Esa extraña necesidad de perdurar y decir cosas profundas y completamente ciertas. Pues vaya, no me gusta. A mí me gusta decir tonterías. Por eso cada vez que me pongo a escribir frases acerca de la vida, o de grandes momentos, o de la sociedad, me río de mí misma. Me doy un poco de pena, la verdad. Pero bueno, para no pegarme a mí misma he decidido que me peguen otros. Así que aquí estoy, abriendo un ciclo de deporte violento: kick y rugby. Estoy de broma, claramente. Creo que hice muy bien en apuntarme a rugby, es sin lugar a dudas mi deporte. Pero en realidad tampoco sé por qué escribo estas cosas, si a nadie le va a importar lo que haga o deje de hacer. Aún así, y como este sitio es mío y sólo mío, y me quedan pocas entradas que repartir antes de cerrarlo (parece que hablo de un concierto, ¿eh?), voy a hacer lo que me apetezca.
Adiós a los chicos, hola tatuaje. Me gusta el rugby, me gustan las cicatrices y las uñas pintadas. Y necesito otra buena tanda de optimismo para unas semanas más como ésta.
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