Pienso que el cuello vuelto no tiene porqué ser para chicos. Que las niñas no tienen que ir de rosa y los niños de azul. Que las cuentas de crédito restringían tanto como las sociedad india (casi tanto). Que si me apetece hacer una cabaña con mantas, la hago, y si me apetece dormir en mitad de la habitación, lo hago también. Que a veces no estoy de acuerdo con mi padre, y tengo derecho a no estarlo, naturalmente. Otra cosa es obedecer (aunque si no estoy de acuerdo no obedezco, pero bueno...). Que de mayor quiero vivir en un ático con terraza o en el campo. Que me gusta dormir. Que me gusta comer. Que la gente en el metro se aburre tanto como yo. Que hay días malos y días buenos sin que sepas porqué. Que es bueno que te digan al menos tres cosas bonitas al día. Que no se puede vivir sin divertirse. Que los días son cortos, y que las noches aún más. Que, en vez de tanto pasado, deberíamos estudiar un poco más de presente. Que los días sin sol pierden mucho (aunque sea un solo rayo). Que es curioso que algunos recuerdos no se te borren nunca. Que hay demasiados funcionarios. Que los pantalones vaqueros rotos son bonitos. Que cada uno ve los colores un poco diferentes a los demás, pero que no se demostrará nunca.
Así es como acaba el día de Juana. Pensando...
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