Un día en el que te sientes rara, diferente. Todo está un poco gris. Piensas en cosas y descubres muchas otras. Te das cuenta de la jodida suerte que tienes, y no puedes evitar sentirte un poco mal por ello. Paradójico, ¿no? Te acuerdas de otros días en los que has estado triste, y ves que son diferentes a este, porque ahora sabes que no estas sola. Nunca lo has estado. No te apetece hacer nada, y la gente no te entiende. ¿Pero qué explicación les vas a dar? ¿Que estás así porque has descubierto que eres feliz? Te mirarían un poco raro. Te dedicas a leer, a ir a ninguna parte. Te apetece más que nunca dar un paseo, pero piensas: ¿donde puedo dar un paseo en una ciudad? Perdona que me ría, pero es una pregunta estúpida que me he hecho varias veces. La respuesta es: Para dar un paseo en la ciudad solo tienes que bajar a la calle. Si lo haces, verás algo que has visto siempre, pero de manera diferente. Digamos que desde otro punto de vista. El humo, las luces y los pitidos ya no serán "feos". El sonido de los coches es tan familiar que te arropa. El humo, mezclado con el aire frío, huele mejor que nunca a invierno y navidad. Los niños gritando y saltando te recuerdan a ti misma, cuando lo pasabas bien con cualquier cosa. Te sientes de nuevo feliz por haber tenido a tus padres y no a otros. Por fin te sientas en un banco, y respiras Madrid a trozos.
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