jueves, 10 de febrero de 2011

Cuando los susurros se convirtieron en gritos

Ven, siéntate. Cuéntame algo que no sepa. Háblame. Dime lo que piensas. Las cosas como son. Háblame de qué es el amor para ti. Explícame lo que significan esos pequeños gestos. Entrégame la llave, por favor. Ayúdame a explorar. Siempre me gustó explorar. Descubrir. Hay tantas personas por conocer... Y siento que no me da. Que el tiempo no alcanza. Que las palabras no llegan. Siento una opresión. Es el tiempo el que me oprime. Tengo curiosidad. Y ganas, muchas ganas, de conocer a algunas personas. Conocer de verdad, a fondo. Como para saber como de hecha le gusta la carne, cual es el ritmo de su voz, donde pasa las vacaciones, cual fue su primer amor y que es lo que piensa al llegar a casa. Quiero saberme los cumpleaños, los apellidos, los colores favoritos, el estilo de música, los hobbies, los pequeños placeres de cada uno. Quiero llegar a tener la telepatía que tengo con algunos, pero con muchos más. Quiero saber en que postura duermen. Si les dan miedo las arañas. Si les asusta el paso del tiempo. Quiero saber los países que han pisado. Quiero que me cuenten lo que desean. Quiero descubrir, explorar. Porque sé que en cada persona hay un mundo, y me muero de ganas de llegar a nuevas órbitas. Nuevas sensaciones. Todo eso se huele en el aire, pero nada más. No se hace palpable. No llego a ello. Me gustaría poder saltar más alto para llegar al estante de arriba donde está todo almacenado.

2 comentarios:

  1. Sería genial. A mi también me encantaría conocer mejor a muchas personas, a demasiadas creo yo...

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  2. Conocer gente es lo mejor del mundo:)!

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