martes, 27 de marzo de 2012

I no longer hear the music


















No suelo pensar en la muerte en sí. A veces me pregunto porqué la tememos tanto, porque si lo que tememos es al dolor, no tiene sentido temer a la muerte. Tal vez la asociemos al dolor que hemos sentido en momentos que giran en torno a ella. No sé muy bien dónde está la barrera entre lo físico y lo mental, cuando los sentimientos empiezan a producir un verdadero dolor físico.

Sé que la última vez que decidió pasarse por mi vida me trastocó, y me volví a plantear la importancia de las cosas. Lo frágil que es todo. O lo fuerte que puede llegar a ser. Hablo más precisamente de las relaciones. De lo superficiales que pueden llegar a ser, o de lo importantes. Y cuanto más dolorosas, más importantes y más fuertes. Porque el dolor marca. Y lo que nos marca o nos impacta, nos define. Y cuanto más nos define una relación, más dentro está de nosotros y más importante es.
Yo estaba con mi clase en una casa cerca de Toledo, y no aguantaba más de diez minutos en esa habitación porque me agobiaba por lo poco que me importaba la mayoría de esa gente. Sentía que se hablaba de cosas tontas, que nada tenía la menor importancia, que todo eran juego s de miradas y que todas las frases guardaban algún doble sentido. Era como una red invisible de relaciones que cambiaban instantáneamente, porque uno hacía un chiste que captaba atención, pero al mismo tiempo otro se hacía el borracho y la chica que se quería liar con él se apresuraba a sentarse a su lado para aprovechar cualquier oportunidad. Y yo entonces me iba, subía a una habitación, abría una ventana y fumaba. Por despecho. Por lo jodidamente injusta que es la vida. Por saber que alguien que no tenía que morir acababa de hacerlo y yo, que no paraba de ver mierda en sitios en los cuales en realidad no la había, no sabía apreciar lo que tenía. Me preguntasteis que porqué fumaba. Pues bien, aquella noche me fumé más de veinte cigarrillos. Fumo por rencor. Es mi forma de decirle a la vida que me importa un cuerno, que se vaya a tomar por culo y que me deje en paz con todas las ralladas.

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