lunes, 22 de noviembre de 2010

Tartuffi está en un baúl


Tengo un baúl donde guardo lo que me gusta. Dentro del baúl está Tartuffi. Wilson, tu has visitado muchas veces mi baúl, y sabes lo que es Tartuffi, verdad? ¿Cómo que no te acuerdas? Tartuffi es el mundo al que me fugaría por las mañanas, donde todo el mundo se quiere. Y querer de verdad, no de esa forma tan rara que usa el resto de la gente para el querer. Y creo no tener que decir quien vive en Tartuffi. La gente que está en Tartuffi lo sabe de sobra. Pero mi baúl no se limita a contener un mundo, no señor. Es un baúl mucho más grande, dónde meto todo lo que me gusta. En mi baúl, estás tú Wilson. Pero también están los tomates en los calcetines, los cola caos calientes, The Kooks y las bufandas. Están ahí todos los recuerdos, y los guardo bajo llave para que no se escapen de mi memoria. Sin embargo todos lo baúles tienen rendijas, y se van algunas cosas, aunque siempre se meten otras nuevas. En el fondo del baúl, bien guardados, están los paisajes que he visto, colocados junto al chocolate. Un poco más arriba está la caja de los abrazos. Están todos mis libros, y las veces que conducía en las rodillas de mi padre. Están los cuentos que me contaba, y los conciertos a los que he ido. Hay un poco de canela, y deportivas. En el baúl hay chistes, y muchas palabras. Hay canciones, y sonrisas. Está el sonido que hace una coca cola al abrirse, el vaho que sale de la boca en invierno y la sensación de tirarse de cabeza a la piscina. Una risa contagiosa, el olor a campo mojado y al de chimenea, el sonido del viento cuando vas en el coche con las ventanillas abiertas y la campana después de un largo día. Escondidos tras las nubes con formas raras, están los despertares en verano con la luz del sol en la cara. Justo al lado está mi bici, y pegadas a ella mis cabañas en el campo.




Pero el baúl siempre está cerrado, no necesito abrirlo nunca. No me hace falta buscar un sitio en el que sólo esté lo que me gusta, porque en este mundo, el real, está todo eso y mucho más. El baúl sólo existe para quedarse en una esquina y esperar que alguien meta los despojos de otro mundo mucho más grande, mucho más excitante, por descubrir.












Alicia y yo nunca acabamos por decidirnos en fugarnos a Tartuffi, ¿Porqué será?

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